Cuando me propuse reunir poemas producidos por las poblaciones originarias del continente, mis presupuestos giraban alrededor de la literatura anónima y de tradición oral. Tenía como «inspiración» una antología editada por Ernesto Cardenal en 1979 que todavía conservo en mi biblioteca. Había caminado apenas algunos pasos cuando se hizo evidente la dimensión de mi ignorancia y los prejuicios que de ella se desprendían.
Existe en Abya Yala una importantísima cantidad de poetas que reconocen (y reivindican) su pertenencia a los pueblos y las naciones preexistentes a la llegada del europeo. Escriben y firman. Escriben en sus lenguas originales y en las lenguas de los conquistadores, que también les son propias. Hay poetas que permiten el ingreso de varias lenguas en un mismo poema. Muchos traducen sus propios textos.
En el México de los siglos XV y XVI también había poetas que firmaban sus obras. Llamaban a sus poemas «cantos floridos». Xochitlalpan era «la tierra florida». La expresión Abya Yala, acuñada por los kuna y aceptada por los pueblos originarios actuales del continente para mencionar a América, es traducida de varias maneras (tierra madura, tierra en plena madurez, tierra viva, tierra en florecimiento…); yo he adoptado «tierra floreciente» porque el adjetivo sugiere la idea de algo que está ocurriendo. Y la poesía, en Abya Yala, ocurre (o florece), afortunadamente, todo el tiempo.
La evidencia de un corpus que ignoraba me obligó a torcer mis propósitos iniciales. A lo que no renuncié, no obstane, es a la idea central de conformar un libro de poesía. Un libro que se leyera como se leen las antologías de poesía. Como se lee la poesía. Con entrega, con inquietud, con incertidumbre. Poesía de la tierra floreciente es un libro de poesía. Los poetas no son objeto de estudio, son los que hablan. La afirmación me parece pertinente para advertirle al lector que no encontrará notas explicativas, aun cuando el vocabulario o los nombres propios puedan dejarlo en estado de incertidumbre. El curioso podrá consultar las fuentes al final del libro y acudir a ellas.

Lo que quedó afuera

De la poesía leída para esta compilación mucha ha quedado afuera, a la espera de segundas oportunidades. Las razones son variadas. Han quedado afuera los poemas anónimos, que son muchos y casi todos anteriores al siglo XX. Han quedado afuera los trabajos de los poetas aztecas de los siglos XV y XVI que, entiendo, conforman un corpus propio. Han quedado afuera obras de autores a quienes no pude contactar y con quienes albergo la esperanza de hacerlo en el futuro. Han quedado afuera los poetas de los actuales estados de Brasil, Canadá y Estados Unidos porque el acceso a sus obras y las traducciones al castellano requieren un esfuerzo fuera de mi alcance para esta primera entrega. Por último, el lector podrá advertir la ausencia de poemas en lenguas con numerosos hablantes, como el aymara; algunas de las razones mencionadas antes justifican la ausencia y espero enmendar la falta en algún libro futuro.

Sobre las traducciones y transcripciones

Con las excepciones de los cantos de Lola Kiepja y el poema de Nele Kantule (m. 1944), todos los textos se incluyen con la autorización de sus autores o herederos. La mayoría de ellos han sido traducidos por los propios poetas. Se incluyen referencias a la traducción al final del libro. Aquellos poemas que se presentan solamente en castellano han sido escritos en esa lengua y no tienen traducción. Las versiones bilingües muestran en primer término el poema en su lengua original. Los poemas de Sandro Rodríguez han sido escritos en castellano y luego traducidos al quechua. Aunque en muchos casos, los poemas en lenguas originarias me fueron facilitados por sus creadores y, en todos, los he transcripto con cuidado, pido disculpas si se encuentran errores.

Sobre la organización

Los textos seleccionados presentan una gran diversidad de temas, y son variados también en el tratamiento de las voces, en la musicalidad, en su extensión; por lo tanto, me vi obligado a establecer un criterio de organización externo a la lectura. Elegí agrupar los poemas por lenguas. Solo por cierta propensión a la rebeldía comencé por las lenguas del extremo sur y fui viajando hacia el norte hasta llegar al estado de México. El lector podrá elegir otros recorridos.

Raúl Tamargo